Cuando ingrese a la maestría de
salud mental en la UPCH, jamás pensé que
en mi primer mes de clase tendría una fuerte sensación de frustración
al obtener un 08 en una práctica calificada, realmente fue muy impactante y
desalentador esta nota para mí, pues hice mi mejor esfuerzo. Cuando recuerdo lo
sucedido como dicente, me doy cuenta que el docente debe estar muy bien preparado
para poner una calificación sobre el trabajo de su estudiante, de tal manera
que no lo desaliente en su desempeño académico… pensando como un futuro docente
considero que el esfuerzo de un estudiante debe ser valorado como una totalidad
y no verlo solo como un éxito en el acierto de la ejecución de un proceso o
actividad. Considero que uno de los problemas de nuestra educación es la falta de
cercanía entre el docente y el dicente que genere confianza, respeto que
faciliten una trasmisión de conocimientos. Es decir, mayor calor humano en las
intervenciones con los estudiantes que permitan una adecuada retroalimentación de sus dudas y saberes. Luego
de este mal temporal me supe recomponer y continuar con mis estudios… comparto
esta experiencia personal con la finalidad de enseñar a los que me siguen que
no siempre tendremos todas cosas a nuestro favor que la alegría y la desazón
siempre convive con nosotros en nuestro día a día.
Muchas veces en nuestro proceso de aprender vamos
a tener situaciones contradictorias que por más esfuerzo que hagamos los resultados
no se dan y eso muchas veces nos lleva a pensar que no somos buenos, pero eso
muchas veces no es así. Considero que todo depende de cómo la persona percibe los estímulos del mundo
circundante y la interpretación que hacemos de las cosas. Finalmente esta
experiencia me enseño que las herramientas del éxito personal y
profesional tienen que ver con la perseverancia, la dedicación, la disciplina
y el deseo de superación que cada persona tiene, lo cual le garantizara la adquisición
de nuevos saberes o conocimientos
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